domingo, 18 de octubre de 2015

Quejigo, roble, "Quercus faginea Lam."

La voz quercus era empleada por los latinos para designar al roble. El epíteto específico se refiere a su parecido al haya (Fagus sylvatica). 

Foto 1. Quejigos en la Sierra Mágina, Jaén.

Es el quejigo (también "roble" en el sudeste ibérico) un árbol marcescente, ésto quiere decir que mantiene sus hojas en las ramas una vez terminado el periodo vegetativo, con el color marrón-amarillento propio del otoño e invierno, hasta prácticamente la salida de las nuevas hojas durante la primavera, lo que nos deja paisajes con tonos dorados durante todo el periodo invernal.

Foto 2. Porte de Quercus faginea manteniendo sus hojas doradas.

El quejigo suele alcanzar los 20 o 25 m de altura, con copa redondeada y tronco más o menos derecho, con corteza pardo grisácea, agrietada longitudinalmente cuando el árbol es añoso.

Foto 3. Tronco de roble, con agujeros de Pito real.

Las ramas son erguidas, y las ramillas están cubiertas de densos pelos estrellados el primer año y pasan a ser glabrescentes  (sin vello) posteriormente. Las hojas son alternas, alargadas, con margen festoneado más o menos ondulado. Al principio están cubiertas de pelos estrellados por ambas caras, pasando a ser verdes glabrescentes por el haz y verde pálido con pelos estrellados blanquecinos por el envés.

Foto 4. Detalle de ramas, ramillas y hojas.

Foto 5. Detalle de flores masculinas.
Florece de marzo a mayo. Las flores masculinas cuelgan en amentos amarillentos y las femeninas estén agrupadas en espigas cortas, y su fruto, la bellota, aparece de septiembre a octubre.


Foto 6. Frutos y hojas de quejigo.

El roble ha sido un árbol venerado desde la antigüedad, en la Grecia clásica se asociaba a Zeus, y los celtas lo han considerado sagrado y consagrado a Thor, el dios del trueno, y ha representado valores como la verdad, la longevidad y la lealtad. Los druidas lo consideraban un árbol sagrado, tanto en sí mismo como por ser el que acogía entre sus ramas al muérdago "Viscum album", existiendo toda una ceremonia alrededor de su recolección ...

 
Figura 1. Recreación de la recolección del muérdago.
Fuente: http://diccionarioasterix.blogspot
Figura 2.
Fuente: http://www.demoslavueltaaldia.com

No son nuestros quejigos los que visitaba Panoramix, ya que el muérdago en nuestra tierra vive sobre Pinus nigra y además, ya dejando las bromas, los Quercus faginea sólo se encuentran en la península ibérica y el norte de África, llegando hasta casi los 2.000 m de altitud en las sierras béticas. En cuanto a las precipitaciones, necesitan un mínimo de 600 mm anuales, por lo que en las zonas donde no se alcanzan estos valores, queda arrinconado en vaguadas y barrancos, como ocurre en nuestro sudeste ibérico. A veces, en las laderas húmedas se observan ejemplares dispersos.

Foto 7. Ejemplar situado en la Sierra del Cambrón, Murcia.

Muchos árboles de las especies del género Quercus, especialmente robles (todos de hoja caduca, incluidos los quejigos), portan en sus ramas unas estructuras conocidas como agallas o cecidias, que parecen frutos. Son producidas por insectos que depositan los huevos dentro de las ramillas, cuando éstos eclosionan, los tejidos de la planta donde se depositaron se hipertrofian a su alrededor, rodeándolos con sucesivas capas de tejidos propiciándose así el desarrollo del fitoma o agalla; Las larvas obtienen así alimento y protección al encontrarse rodeadas por esta envoltura. No obstante, no sólo las larvas iniciales ocupan la agalla, pues durante su estancia o después otros invertebrados pueden utilizar y reutilizar las agallas, algunos incluso parasitando a las larvas que motivaron su formación. Como curiosidad, contaros que en una agalla producida por la avispa Andricus quercustozae se contabilizaron hasta 75 larvas de diferentes especies de insectos.

Foto 8: Agallas en roble
Fuente: http://blog.txpto.com

En cuanto a su aprovechamiento, el roble (quejigo) posee una madera de excelente calidad, tanto es así que la madera de estos árboles era utilizada para la construcción de barcos y líneas ferroviarias, así como para la práctica del carboneo. En la actualidad, estas prácticas han sido abandonadas casi por completo y los principales aprovechamientos forestales son en estos momentos el ecoturismo, la caza y la ganadería, siendo su fruto muy apreciado para el ganado.

Por último, como curiosidad botánica, en la cuenca del Segura los quejigos hibridan con las carrascas (encinas) con las que dan lugar al "mesto" (Q. x senneniana A. Camus) del que es posible observar ejemplares junto a las bodegas del Carrascalejo (Bullas), entre otros muchos lugares donde conviven las especies maternas en las sierras del Segura. 

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