domingo, 18 de marzo de 2018

IN MEMORIAM

Hoy no es un árbol el que ha muerto y al que vamos a recordar. Recordamos al que podemos considerar fundador de este blog, ahora entenderéis por qué. Yo no he tenido la suerte de conocerlo realmente, lo conozco sólo de oídas. ¿Se puede conocer a alguien sólo de oídas? 

José Carrillo Avellaneda ha muerto esta semana, el 14 de marzo de 2018 nos dejó para siempre, aniversario del gran naturalista Félix Rodríguez de la Fuente al que Carrillo tanto admiraba.

He oído hablar tanto de él que voy a responder a mi pregunta, sí, se puede conocer a alguien sólo de oídas. José Carrillo, Pepe para los amigos, el padre de Félix (la otra mitad del blog), el que le transmitió su amor por las montañas y los árboles, profesor de agronomía que recorrió tierras almeriense y murcianas enseñando a todo aquel que quiso aprender a montar invernaderos, viveros y podar frutales...El hombre bueno (con carácter) que quiso a su mujer y a sus hijos; orgulloso de ellos lo mismo los disfrazaba para el carnaval que les enseñaba con buen tino a hacer raíces cuadradas, cazador hasta el final, y hasta el final también, saboreador de la vida.

Comparto con Pepe el capítulo de un libro, primero para mí y último para él, "El melocotón en la historia de Cieza"; buen ciezano, amante de su tierra y amado por ella, ha muerto unos días antes de que llegue la primavera, sin embargo, su pueblo hoy lo ha despedido con esa bella floración de los frutales que han sido trabajo y vida para él.


Que se paren los relojes, que se que corte el teléfono,
que el perro a un hueso jugoso ya no le ladre,
que se callen los pianos y con redobles en sordina
venga el ataúd y entren los dolientes.

Que los aeroplanos que gimiendo dan vueltas en lo alto
escriban en el cielo el mensaje: "Él ha muerto",
que pongan pajaritas de papel en los cuellos blancos de las palomas,
que los policías se pongan guantes negros.

Era mi norte, mi sur, mi este y mi oeste,
toda mi semana y mi día de descanso,
mi mediodía, mi medianoche, mi plática, mi canción.
Pensé, y estaba equivocado, que nuestro amor duraría siempre.

Ya no quiero las estrellas. Que las apaguen,
que empaquen la luna y desmantelen el sol.
Que sequen el océano y barran los bosques
porque ya nada de lo que venga habrá de ser bueno.  W.H. Auden


Yo creo que habrá muchas cosas buenas de aquí en adelante, aunque la pena de estos momentos quizá nuble el futuro. Seguro que las habrá. Después de criar a sus tres hijos ha tenido la suerte de conocer dos nietos, ramas de un árbol que seguirán creciendo y fructificando y que conservarán el legado de este hombre que enseñó a su hijo los primeros nombres científicos de las plantas y que, pretendiéndolo o no, ha conseguido dejar en herencia a los que le conocían de verdad y a algunos de los que le conocíamos sólo de oídas esa curiosidad y amor por la naturaleza.

¡Hasta la victoria, siempre!