domingo, 22 de octubre de 2017

Pinsapos en Chefchauen, Parque Nacional de Talassemtane, Marruecos

Estamos muy viajeros últimamente, así que la publicación de esta semana se sale otra vez de la cuenca del Segura ya que, gracias a nuestra colaboración con la Sociedad de Estudios Biológicos Iberoafricanos, hemos estado una semana en Marruecos visitando el Parque Nacional del Talassemtane, muy cerca de la bella ciudad de Chefchauen.

Foto 1. Calle típica en Chefchauen con sus casas azules.

El Parque Nacional de Talassemtane abriga un gran número de especies arbóreas muy interesantes, tales como entre otros: cedros (Cedrus atlantica), roble moruno (Quercus canariensis), arce de Granada (Acer opalus subsp. granatense). Sin embargo, son los endémicos pinsapos o abetos rifeños "Abies marocana" (llamados "echuh, chohh  o snuber" por los rifeños),  los que constituyen las arboledas más impresionantes y de las que vamos a hablar hoy aquí.


Foto 2. Detalle de ramillas y piñas de Abies marocana


El pinsapo (Abies pinsapo) es, en general, un endemismo orófilo bético-rifeño con únicamente dos poblaciones divididas por el estrecho de Gibraltar, en distintos continentes, aunque separadas por sólo 100 km de distancia. Estos abetos tienen las hojas rígidas dispuestas alrededor de la ramilla, lo que le da a ésta un aspecto cilíndrico. Las hojas acaban en punta aguda u obtusa.


Foto 3. Pinsapo o Abeto del Rif con sus piñas ya maduras 

La morfología de los pinsapos andaluces y los rifeños es muy similar, y aunque últimamente resulta habitual la denominación de Abies marocanna Trab., este nombre se acepta hoy día como sinónimo de Abies pinsapo subsp. marocana (Trab.) Emb. & Maire, de hecho hay muchos autores que consideran que las pequeñas diferencias existentes, básicamente en brácteas y escamas ovulíferas, no pueden justificar una separación a nivel específico, pero ahí están para ser tenidas en cuenta.

Foto 4. Pinsapar  en la parte alta y carrascal en el primer plano, en posición más térmica.

Algunos estaréis sorprendidos ya que no es habitual pensar en Marruecos como un país de abetos, lo normal es situar a estos árboles en las regiones frescas del hemisferio norte, donde efectivamente forman grandes bosques, siendo los "Abies" con frecuencia la especie arbórea dominante en determinados bosques. 

Foto 5. Pinsapar con el mar de nubes al fondo que se acerca desde el Mediterráneo.

Sin embargo, estos pinsapos situados en la región mediterránea, han sobrevivido refugiados en la alta montaña húmeda, como testimonio de otras épocas más frías y lluviosas. Los que visitamos hoy aparecen en bosques relativamente bien conservados, en las cumbres de los montes Tissuka, Meggu, Lakrâa o Tazaot, en la región de Chauen, donde ocupan unas 4.000 hectáreas en total para todo Marruecos, lo que nos da una idea de lo valioso y vulnerable por su escasa superficie de este singular bosque que hoy día sufre cierta presión antrópica por las necesidades agropecuarias de los habitantes del lugar. Se desarrollan los pinsapos sobre el piso supramediterráneo en un ambiente de húmedo a hiperhúmedo, con más de 2000 milímetros de precipitación en determinadas zonas. Suelen crecer entre los 1.500  y 2.000 metros de altitud, sobre suelos carbonatados en Marruecos, pero lo pueden hacer sobre materiales silicatados en España.

Foto 6. Bosque mixto de abetos con caducifolios, sobre todo Acer opalus subsp. granatense. 
En las partes más bajas de estas montañas podemos encontrar acebuches (Olea europaea  var. sylvestris), coscojas (Quercus coccifera) o thuya de Berbería  (Tetraclinis articulata), y a medida que subimos llegan la encina (Q. ilex subsp. ballota), el quejigo moruno (Q. canariensis), el pino blanco (Pinus nigra subsp. mauritanica) o el pino negral marroquí (P. pinaster subsp. escarena), siendo muy abundantes también los cedros y los arces, que en esta época del año ofrecen ya un vistoso y otoñal color anaranjado.

Foto 6. Roble o quejigo moruno (Quercus canariensis).


En las zonas más elevadas el cedro del Atlas convive con el pinsapo moruno e incluso en montes que alcanzan una gran altitud con el Jbel Lakrâa el cedral llega a constituir una banda por encima del pinsapar.

Foto 8. Detalle de ramillas y piñas de cedro del  Atlas (Cedrus atlantica)

lunes, 2 de octubre de 2017

Palmitos del Poyo de la Raja

Entrado ya el otoño astronómico, nosotros vamos hoy hasta la costa cartagenera a visitar una agrupación de palmitos "Chamaerops humilis"; concretamente nos desplazamos hasta Cabo Tiñoso en Cartagena, donde, además de la vista de este singular palmitar, disfrutaremos de unos espectaculares paisajes.

Foto 1. Palmitos del Poyo de la Raja

Aunque el palmito es con frecuencia considerada la única palmera silvestre de Europa, esto no es del todo cierto ya que al menos son incuestionablemente autóctonas la palmera canaria (Phoenix canariensis Wildpret) y la palmera de Creta (Ph. theofrasti Greuter). Sus características, sin embargo, dentro del género Arecaceae  lo hacen único en el continente europeo, siendo su mayor seña de identidad sus grandes hojas, de hasta 1 m de longitud, con el limbo en forma de abanico, casi circular, con segmentos fibrosos acanalados terminados en una punta que se deteriora y deshilacha con facilidad, y en cuyo peciolo lignificado aparecen fuertes espinas laterales.

Foto 2. Observamos las grandes hojas de esta especie.

Se presenta normalmente esta palmera como una planta amacollada de hasta 2 m de altura, pero su porte natural es arbóreo, en buenas condiciones edafo-climáticas y de tranquilidad alcanza los 12-15 m de altura, aunque para nosotros es raro verlo en esas condiciones, debido a los incendios o talas a las que se ve o se ha visto sometido, y a la mala calidad del sustrato sobre el que se asienta habitualmente.

Foto 3. Grupo de palmitos en macolla

Pero aunque esto es lo habitual, la singularidad de la formación que visitamos hoy en el blog radica, entre otras cosas, en que el más alto de los palmitos de esta agrupación supera los 6 m de altura, viviendo  prácticamente sobre la roca desnuda en esta cala de difícil acceso.

Foto 4. Ejemplar de más de 6 m de altura.
Como hemos dicho, no es esta la única singularidad, probablemente la mayor es su emplazamiento, en una grieta que nos deposita justo encima de un acantilado. Bellísima agrupación y casi más bellas vistas que os dejamos disfrutar sin más palabras.





Nos trajo hasta aquí Eduardo Agüera, quien además nos contó que estos palmitos se aprovechaban, aunque es bastante complicado llegar hasta ellos, y que  el día de Navidad los pastores de la zona bajaban hasta la plataforma que hay bajo la raja y dejaban allí el ganado todo el día pastoreando, disfrutando así ellos un merecido día de descanso con la tranquilidad de que el rebaño no se iba a escapar.