domingo, 26 de noviembre de 2017

Torca del Melojar, Vianos

Llegado el otoño (aunque no las lluvias) al sureste peninsular, nos desplazamos a disfrutar de los colores de los melojos "Quercus pyrenaica" en uno de los parajes más espectaculares de las Sierras del Segura, la Torca del Melojar. Como curiosidad comentamos que el nombre específico de este roble, pyrenaica, es poco afortunado, ya que es prácticamente imposible hallarlo en los Pirineos. El botánico alemán Karl Ludwig von Willdenow lo nómino así para la ciencia por primera vez, basándose en muestras secas de herbario en las que una etiqueta les atribuía dicha procedencia y las reglas de nomenclatura botánica obligan a respetarlo.

Foto 1. Primer plano de robles melojos. Suelo tapizado de  helecho águila "Pteridium aquilinum".

Los melojares son un tipo de bosque de carácter subatlántico,  que representan muchas veces el tránsito entre lo mediterráneo y lo templado. Su área peninsular es muy amplia y tienen una gran importancia, siendo más o menos frecuentes en el centro y mitad norte alcanzando por el sur, muy localizados, Sierra Nevada y las montañas de Cádiz. Es por eso que también este meridional bosque, con una extensión de unas 27 hectáreas, constituye la masa monoespecífica más significativa de la Sierra del Segura. Aislado de las principales poblaciones ibéricas de melojos, es especialmente singular, dado su carácter relicto en este enclave.

Foto 2. Panorámica de la Torca del Melojar

Este es el tipo de roble que, después del quejigo (Q. faginea) más resiste a la sequía y a los climas de carácter continental, casi siempre sobre terrenos silicatados o calizos muy lavados por las lluvias, sustituyendo habitualmente en altitud a encinares y alcornocales. No encontramos, en este caso, alcornocales (demasiado frío el lugar) en el ascenso hasta la torca, sin embargo sí vemos unos bellos ejemplares de quejigos "Quercus faginea" que hacen más agradable si cabe el paseo, Foto 3. En cualquier caso, este melojar es un baluarte de su especie que debe ser conservado a toda costa, puesto que es una reserva de biodiversidad única en el límite de la cuenca del Segura, donde no existe ningún melojar similar. Además, ante un escenario de cambio climático, para el que se espera un descenso de precipitaciones y aumento de temperaturas, este bosque estará muy amenazado por dicha circunstancia, por lo que es nuestro deber hacer lo posible para que se encuentre en las mejores condiciones y pueda soportar dicho evento climático.

Foto 3. Quejigos en un barranco antes de llegar a la dolina donde se encuentra el melojar.
Distinguimos el primer melojo en esta subida gracias a sus grandes hojas que, poco a poco, empiezan a tapizar el suelo en otoño. Hojas simples, alternas, con pecíolo corto, hendidas en lóbulos profundos e irregulares que llegan a alcanzar los 16 cm de largo. Persisten secas y sin caer durante gran parte del invierno en los retoños y ejemplares muy jóvenes, lo que se denomina marcescencia, que parece ser una estrategia destinada a proyectar sombra sobre el suelo el mayor tiempo posible para que otras especies no aprovechen los nutrientes que en él hay. Por lo demás, el ganado doméstico presente en la zona elimina gran parte de la competencia que podría aparecer por otras especies, al mismo tiempo que impide un exceso de regenerado de los propios melojos, si bien es posible que algunas zonas de la arboleda debieran soportar una menor carga ganadera, para poder renovarse de modo adecuado, permitiendo la presencia de mayor cantidad de ejemplares jóvenes de melojo. En cualquier caso, si el ganado desapareciera del todo, el ecosistema a corto y medio plazo se desajustaría, provocándose un exceso de regenerado que podría tener unas consecuencias impredecibles para el bosque, sobre todo frente a un escenario de cambio climático como el actual.

Foto 4. Grandes hojas marcescentes aún en el árbol.

Estos árboles, que no suelen alcanzar más de 25 m de altura, presentan una copa irregular, frecuentemente lobada, y son capaces de rebrotar de raíz y cepa, con lo que nos encontramos grandes manchas arbustivas o árboles rodeados de muchos retoños. Suele ramificar en abundancia desde poca altura, y la corteza de su tronco es cenicienta o pardo-grisácea, agrietada longitudinalmente en los ejemplares viejos. 

Foto 5. Melojo monumental, como algunos otros individuos de la torca, obsérvese la presencia
de musgos y liquines, incluso por el lado sur del tronco. 

Y ya finalizamos la visita alejándonos, no sin pesar, de nuestra querida torca, que mañana es lunes ...


domingo, 12 de noviembre de 2017

Pino de la Casa de los Pozos I, Jumilla.

Como suele suceder, no recuerdo cómo fue mi nacimiento hace ya más de dos siglos, aunque lo más probable es que no fuera plantado, casi seguro nací de alguna piña olvidada por una ardilla en su escondrijo, y quiero pensar que una hamadríade me fue favorable y por eso crecí hasta convertirme en lo que hoy veis en esta cañada jumillana, dedicada desde que yo puedo recordar al cultivo del cereal en secano y el pastoreo de cabras y ovejas.


Foto 1. Pino de la Casa de los Pozos I

El pino de la Casa de los Pozos me llaman por aquí, "Pinus halepensis" es mi especie, según los botánicos, uno de tantos en esta España mediterránea, aunque si he alcanzado las dimensiones actuales es porque he sido muy apreciado en esta tierra en la que no hay mucha sombra, y tanto los hombres como el ganado se han refugiado a mi vera buscando la fresca que les proporciona mi gran copa que proyecta más de 450 m2 , bajo los que guardar aperos o echar una reparadora siesta.

Foto 2. Entorno del pino, cultivos arados.
Afortunadamente en este momento no hay acumulaciones de aperos ni leña alrededor de mi tronco, como en otros tiempos, ya que eso daña mucho mis raíces, aunque si una queja tengo es que aran muy cerca de ellas, rompiendo las más superficiales, y ya no soy joven, y cualquier cambio en mi entorno es más difícil de superar. Pero, en fin, mientras no aumenten la profundidad con que han arado hasta ahora, podré escaparme por una orilla, como la que habito y seguir contándolo.

De todos modos, no me puedo quejar de mi larga vida, podía estar muerto, de hecho hace mucho, unos 30 años, sufrí la caída de un rayo que bajó por mi tronco dejándome una quemadura y una herida que he sido incapaz de cerrar, con lo que se ha producido una gran oquedad en mi base, tan grande que podría albergar sobradamente a una persona en su interior (aunque no sea lo más adecuado hacer la prueba 😉).

Foto 3. Quemaduras producidas por el rayo.

Foto 4. Oquedad basal y crecimiento de contrafuertes de reacción a tensión para evitar caída.

Últimamente estoy teniendo problemas para mantener las ramas más elevadas de mi parte apical, por lo que lo soluciono como puedo, proporcionando más vigor a mis ramas más bajas, y dado que tengo una fisura (grieta) bastante grande entre mis ramas, no me vendría mal un apoyo fijo, porque creo que un día la madera que estoy colocando para sujetarme no será suficiente y quizá con una racha de viento fuerte podría sufrir el desgaje de una de ellas o quién sabe si algo peor. Ni que decir tiene, que dado el estado en que me cuento, de colocarse un apoyo, tendría que ser estudiando muy bien de modo previo la cuestión, por personas capacitadas profesionalmente para ello. Aparte de los problemas mecánicos comentados, también poseo hongos xilófagos, como es el caso de Phellinus pini que degrada la lignina de la madera, especialmente en zonas con presencia de heridas, lo que puede agravar mi salud y equilibro biomecánico.

Foto 5. Carpóforo de Phellinus pini , hongo  que degrada la madera  provocando podredumbre blanca..  


Durante muchos años he sido casi el único gigante de esta zona, ahora surgen otros al fondo, al Este-Noreste de mi ubicación, que D. Quijote no vería con buenos ojos, pero que al parecer, y aunque afean un poco el paisaje, no son intrínsecamente malos, y aprovechan ese viento que nos azota muy a menudo para conseguir energía eléctrica sin demasiado daño para el medio ambiente, esa energía tan necesaria para vosotros, que tanto necesitáis y tan aprisa os movéis.


Foto 6. Aerogeneradores al fondo


Hace ya un año se publicó una Ley en Murcia, que parece que nos beneficia a los árboles que ya tenemos una edad y unas dimensiones considerables, así que en este momento estoy más protegido que antaño, sin embargo, los humanos tenéis tantas cosas en la cabeza que no os dais cuenta en muchas ocasiones de la importancia que tiene conservar una vida como la mía, testigo de otras épocas en las que los aerogeneradores y hasta la electricidad eran cosa de ciencia ficción.


FICHA BÁSICA


Especie
Pinus halepensis
Nombre común
Pino carrasco
Nombre propio
Pino de la Casa de los Pozos I
Término municipal
Jumilla
Provincia
Murcia
Perímetro
5,47 m
Altura
24 m
Edad aproximada
225 años
Estado de conservación
Malo
Amenazas
Aumentar profundidad de labranza, nuevos acopios de materiales bajos su tronco.
Estatus legal
Ley 14/2016, de 7 de noviembre, de Patrimonio Arbóreo Monumental de la Región de Murcia
Plan de actuación definido
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miércoles, 1 de noviembre de 2017

Tejo de San Martín, Salas. Asturias

El Tejo de San Martín (Taxus baccata), Monumento Natural que forma parte de la Red Regional de Espacios Naturales Protegidos de Asturias, nos lleva hoy, como a tantos de vosotros, a visitar el cementerio.

Foto 1. Tejo de San Martín


El tejo, árbol venerado desde antes de la Antigüedad, y que convive en muchas ocasiones junto a ermitas y cementerios, sobre todo en la zona septentrional de Iberia, ha sido el centro de rituales, fiestas y juicios.


Foto 2. Rebrotes epicórmicos, propios de la especie en ejemplares adultos.


Este tejo monumental es de género femenino y tiene una altura de 15 m y un perímetro de tronco de 6,1 m,  y está situado junto a la iglesia de San Martín, de estilo prerrománico asturiano, que fue construida entre los siglos VIII y IX, y reconstruida en el S. X por Alfonsus Confessus. Fue rehecha en su totalidad en el S. XV y reformada en los siglos XVII y XVIII. La biología del tejo o "texu" (nombre asturiano) permite al árbol amortiguar una gran cantidad de impactos (podas drásticas, compactación, etc), pero todo tiene un límite y, aunque el árbol ha sido sometido a fuertes podas en el pasado (como lo denotan las grandes cicatrices que presenta), no conviene abusar de esta capacidad de soportar impactos que tiene la especie, menos cuando un tejo va sumando siglos a su edad, de este modo, es posible que cualquier nueva obra en su entorno radicular le afecte notablemente.

Foto 3. Réplicas de la mampostería original del Siglo X

En los paramentos exteriores de mampostería se han colocado réplicas de las piezas prerrománicas del S. X, en el lugar en que se hallaban originalmente, y consta de una nave única a la que se accede por una puerta gótica de arco ojival con tres arquivoltas molduradas sin decoración, así como un presbiterio de planta cuadrada y bóveda de crucería.

Foto 4. Arilos en primer plano, frente a la fachada principal de la iglesia.

En el mismo cementerio existe otro tejo de grandes dimensiones, con un tronco de casi 3 m de perímetro y un sistema radicular muy superficial,  producto de la alteración antrópica del entorno.

Foto 5. Raíces superficiales en el tejo de menor edad que denotan alteración
del suelo en la zona.
Dejamos ya descansando en paz a estos magníficos tejos, así como a todos aquellos que reposan junto a estos árboles que renacen una y otra vez, todos ellos en esa última espera de la inmortalidad.

Foto 6.  Iglesia y los dos tejos comentados en la presente entrada de blog.

Para saber más sobre el tejo este excelente enlace puede estar bien: https://texu.wordpress.com/tag/ignacio-abella-mina/