Llegado el otoño (aunque no las lluvias) al sureste peninsular, nos desplazamos a disfrutar de los colores de los melojos "Quercus pyrenaica" en uno de los parajes más espectaculares de las Sierras del Segura, la Torca del Melojar. Como curiosidad comentamos que el nombre específico de este roble, pyrenaica, es poco afortunado, ya que es prácticamente imposible hallarlo en los Pirineos. El botánico alemán Karl Ludwig von Willdenow lo nómino así para la ciencia por primera vez, basándose en muestras secas de herbario en las que una etiqueta les atribuía dicha procedencia y las reglas de nomenclatura botánica obligan a respetarlo.
Foto 1. Primer plano de robles melojos. Suelo tapizado de helecho águila "Pteridium aquilinum". |
Los melojares son un tipo de bosque de carácter subatlántico, que representan muchas veces el tránsito entre lo mediterráneo y lo templado. Su área peninsular es muy amplia y tienen una gran importancia, siendo más o menos frecuentes en el centro y mitad norte alcanzando por el sur, muy localizados, Sierra Nevada y las montañas de Cádiz. Es por eso que también este meridional bosque, con una extensión de unas 27 hectáreas, constituye la masa monoespecífica más significativa de la Sierra del Segura. Aislado de las principales poblaciones ibéricas de melojos, es especialmente singular, dado su carácter relicto en este enclave.
Foto 2. Panorámica de la Torca del Melojar |
Este es el tipo de roble que, después del quejigo (Q. faginea) más resiste a la sequía y a los climas de carácter continental, casi siempre sobre terrenos silicatados o calizos muy lavados por las lluvias, sustituyendo habitualmente en altitud a encinares y alcornocales. No encontramos, en este caso, alcornocales (demasiado frío el lugar) en el ascenso hasta la torca, sin embargo sí vemos unos bellos ejemplares de quejigos "Quercus faginea" que hacen más agradable si cabe el paseo, Foto 3. En cualquier caso, este melojar es un baluarte de su especie que debe ser conservado a toda costa, puesto que es una reserva de biodiversidad única en el límite de la cuenca del Segura, donde no existe ningún melojar similar. Además, ante un escenario de cambio climático, para el que se espera un descenso de precipitaciones y aumento de temperaturas, este bosque estará muy amenazado por dicha circunstancia, por lo que es nuestro deber hacer lo posible para que se encuentre en las mejores condiciones y pueda soportar dicho evento climático.
Foto 3. Quejigos en un barranco antes de llegar a la dolina donde se encuentra el melojar. |
Distinguimos el primer melojo en esta subida gracias a sus grandes hojas que, poco a poco, empiezan a tapizar el suelo en otoño. Hojas simples, alternas, con pecíolo corto, hendidas en lóbulos profundos e irregulares que llegan a alcanzar los 16 cm de largo. Persisten secas y sin caer durante gran parte del invierno en los retoños y ejemplares muy jóvenes, lo que se denomina marcescencia, que parece ser una estrategia destinada a proyectar sombra sobre el suelo el mayor tiempo posible para que otras especies no aprovechen los nutrientes que en él hay. Por lo demás, el ganado doméstico presente en la zona elimina gran parte de la competencia que podría aparecer por otras especies, al mismo tiempo que impide un exceso de regenerado de los propios melojos, si bien es posible que algunas zonas de la arboleda debieran soportar una menor carga ganadera, para poder renovarse de modo adecuado, permitiendo la presencia de mayor cantidad de ejemplares jóvenes de melojo. En cualquier caso, si el ganado desapareciera del todo, el ecosistema a corto y medio plazo se desajustaría, provocándose un exceso de regenerado que podría tener unas consecuencias impredecibles para el bosque, sobre todo frente a un escenario de cambio climático como el actual.
Foto 4. Grandes hojas marcescentes aún en el árbol. |
Estos árboles, que no suelen alcanzar más de 25 m de altura, presentan una copa irregular, frecuentemente lobada, y son capaces de rebrotar de raíz y cepa, con lo que nos encontramos grandes manchas arbustivas o árboles rodeados de muchos retoños. Suele ramificar en abundancia desde poca altura, y la corteza de su tronco es cenicienta o pardo-grisácea, agrietada longitudinalmente en los ejemplares viejos.
Foto 5. Melojo monumental, como algunos otros individuos de la torca, obsérvese la presencia de musgos y liquines, incluso por el lado sur del tronco. |
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