domingo, 10 de enero de 2016

Carrasca, encina, "Quercus ilex subs. ballota"

Ya desde el Oligoceno (hace 25-30 millones de años) las carrascas están presentes en el sur de Europa, y en el Mioceno habrían ocupado un área similar a la actual. Pero durante ese tiempo y, en especial durante las fases interglaciares, los antepasados de nuestras encinas desempeñaban un papel secundario en nuestros bosques, es en los últimos milenios cuando se han propagado a expensas de bosques más mesófilos de quejigos, melojos y alcornoques. 

Foto 1. Carrascal en Sierras del Segura, Albacete.

No obstante, y debido a la acción humana, los extensos bosques de carrascas que desde principios del Holoceno dominaron el paisaje del sureste ibérico fueron eliminados por el hombre desde hace más de 2.500 años. Los incendios, más frecuentes desde entonces, favorecen a los pinos, especialmente a Pinus halepensis y P. pinaster.

Foto 2. Pinar con carrascas, donde los pinos dominan a éstas.
Es la carrasca un árbol perennifolio, monoico, que puede alcanzar los 25 m de altura, aunque generalmente no supera los 20, con porte ovoideo o redondeado.

Foto 3. Encina con su típico porte globoso; a la derecha, chopos lombardos.
Su tronco es derecho o algo tortuoso, puede alcanzar los 2 m de diámetro y su corteza es dura, pardo-cenicienta, resquebrajada en grietas. Las ramas son erguidas cuando se encuentran en un bosque denso, son horizontales sin embargo en zonas aclaradas.

Foto 4. Tronco de añeja carrasca.

Las hojas son alternas, perennes, y con forma y margen muy variable, suelen ir de redondeadas a oblongo-lanceoladas con margen más o menos dentado y a veces entero. Presentan las Q. ilex subs. ballota o Q. rotundifolia las hojas con 5-8 pares de nervios secundarios, pecíolo más corto (6-8 mm) y las bellotas más dulces de todo el género, lo que nos sirve para diferenciarlas del resto de las especies del mismo.

Foto 5. Hojas y frutos de carrasca.

Florecen desde marzo a mayo, en ocasiones hasta junio, y las flores masculinas cuelgan en amentos amarillos muy numerosos. Las femeninas están solitarias erguidas sobre la axila de las hojas o en grupos de 2 a 7, dando como fruto las conocidas bellotas entre los meses de octubre a diciembre.

Foto 6. Flores masculinas formando amentos colgantes.

Crece la carrasca en todo tipo de terrenos, con bioclima de seco a húmedo, desde el nivel del mar hasta zonas elevadas, próximas a los 2.000 m de altitud. En el sudeste ibérico no suele superar los 1.700 m, aunque en el Alto Atlas central de Marruecos llega casi hasta los 3.000.

Se distribuye por casi toda la península Ibérica, sudeste de Francia y norte de África, en nuestra área se sitúa de modo natural en zonas donde la precipitación es igual o superior a 350-400 mm por año.  En el sudeste ibérico las mejores masas forestales de carrasca estarían en diversos lugares como: Font Roja (Alicante), carrascal de Bajil (Murcia), sierra de María (Almería) y multitud de lugares en las Sierras del Segura de Albacete, así como también en las inmediaciones de la Puebla de Don Fadrique (Granada) y Santiago Pontones (Jaén), aunque existen pequeños bosquetes aislados o individuos en otros lugares de la costa y sierras del interior, como resto de antiguas poblaciones naturales o bien cultivados por el hombre. En la actualidad, es una especie con poca o nula capacidad de expansión, pues los lugares que podría recolonizar están casi siempre ocupados por cultivos.


Foto 7. Carrascas en ladera conformando un paisaje en mosaico con pinares.

Tanto desde el punto de vista ecológico como económico la carrasca es una de las especies de mayor valor forestal. Se trata de una especie colonizadora, crea y mantiene un excelente suelo, de gran riqueza biológica gracias a la descomposición de hojas, frutos y madera, además, gracias al alto valor nutritivo de hojas y frutos da cobijo a una amplia comunidad de animales. Constituyen una herramienta muy eficaz contra la erosión y desertificación, de hecho, sería muy acertado reforestar con ellas en zonas que forman parte de su área potencial, hoy deforestadas y amenazadas por la erosión. En el sudeste ibérico, en general, en zonas por debajo de los 350 mm anuales no se debería utilizar esta especie en restauraciones forestales.


Foto 8. Carrasca con buitres sobrevolando a su alrededor en Caravaca.

En cuanto a sus usos y valor económico, existen numerosas evidencias arqueológicas del uso de la bellota en la alimentación en el Neolítico, y se encuentran innumerables referencias históricas sobre el uso de la encina en nuestro país. Plinio el Viejo y Estrabón ya hablaban en el siglo I del empleo de la harina de bellota para hacer pan por los habitantes de la península Ibérica, especialmente en tiempos de escasez, hecho que ha continuado prácticamente hasta nuestros días, en ocasiones mezclada con harina de maíz para hacer pan, galletas, tortas o gachas. También se han usado para elaborar bebidas, una especie de horchata con las bellotas más dulces, así como café de bellota, que se usó especialmente en los años posteriores a la Guerra Civil.

En estos momentos el follaje, las bellotas y los pastos que produce la encina siguen siendo muy apreciados y explotados por la ganadería, ¿alguien no ha oído hablar del jamón de bellota?


Foto 9. Dehesa.
Fuente: CICYTEX 

Los carrascales están bien considerados también en las explotaciones cinegéticas de caza mayor, que aportan muchos beneficios al medio rural, aunque su mayor valor económico  ha estado relacionado con la alta calidad de su madera, que es muy dura, así que se ha empleado desde siempre para quemarla como leña o para hacer carbón, también para construir herramientas o embarcaciones, especialmente la quilla, debido a su resistencia a la putrefacción. De hecho, resultado de la intensa extracción de leñas son la mayor parte de las masas forestales actuales, en algunos casos todavía achaparradas o, en otros, con árboles formados por varios troncos, frutos de los rebrotes de antiguos ejemplares talados a "mata rasa".


Foto 10. Interior de un carrascal, obsérvese a la derecha 4 troncos rebrotes de un sólo ejemplar.



Foto 11. Carrascal achaparrado, se trata de rebrotes que han surgido tras la poda a "mata rasa".

Terminamos ya, y para hacernos una idea de hasta qué punto este mediterráneo árbol ha sido importante en nuestro entorno, se dice que Zeus, el rey de los dioses, meditaba bajo una encina para encontrar solución a sus problemas. 

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