domingo, 9 de agosto de 2015

Olivera, olivo "Olea europaea L."

Con nombre genérico que proviene del latín oleaceus, aceite, y epíteto específico, europaea, haciendo referencia a su distribución, si bien ésta es circunmediterránea, hoy vamos a conocer un poco más del olivo, Olea europaea, árbol al que denominamos también en nuestra tierra olivera, plantón o acebuche (para aquéllos muy viejos de aceituna pequeña).

Tradicionalmente se han considerado dos variedades o subespecies, la típica, que englobaría a todas las variedades cultivadas, y la sylvestris Brot. (acebuche) que correspondería a las estirpes silvestres. Sin embargo, la taxonomía de este genero es muy complicada, ya que es casi imposible distinguir los acebuches naturales de los olivos naturalizados nacidos de aceituna, también llamados acebuches, aunque tamaños de aceituna menores de 1 cm de diámetro indican con alta probabilidad que estamos ante la variedad silvestre

Foto 1. Olea europaea.

El olivo es considerado un árbol sagrado desde la Antigüedad. Cuenta la mitología que en un momento en que Atenea y Poseidón se disputaban una colonia, los dioses del Olimpo, a fin de dilucidar la cuestión, propusieron a ambos que regalaran un presente a los ciudadanos. Poseidón, a fuerza de tridente hizo surgir del suelo un caballo, con el que haría invencibles los ejércitos, Atenea, sin embargo, hizo brotar un olivo, lo que la llevó a la victoria, fundándose así la ciudad de Atenas.

Figura 1. Mito de la fundación de Atenas

Y es que los atenienses ya sabían seguramente de los múltiples beneficios de este árbol, desde antiguo se ha utilizado su fruto como alimento, y sobre todo, como materia para fabricar aceite, que no es únicamente alimento, sino también un ungüento que perfuma el cuerpo, fortifica los miembros y suaviza las llagas, siendo finalmente el aceite de las lámparas fuente de luz, tanto para los templos en todas las culturas mediterráneas como para los hogares. Las principales religiones del entorno mediterráneo han visto en este árbol un don de Dios, no en vano es el primero que aparece después del diluvio, cuando Noé envía una paloma que, para demostrar que ya se habían retirado las aguas, vuelve con una rama de olivo en su pico.

Foto 2. Oliveras en Molina de Segura.

El olivo se extiende por el contorno de la región mediterránea, diversos taxones muy próximos han sido descritos en diferentes zonas del Viejo Mundo con clima y vegetación de tipo mediterráneo, tales como Marruecos, Sahara central, Sudáfrica e Islas macaronésicas.
En Iberia aparece distribuido por el sur y levante, donde puede formar grandes bosques, en general más raros hacia el interior. 


Figura 2. Distribución potencial del olivo en 
la Cuenca del Mediterráneo (Oteros, 2014)

En el sudeste ibérico, por tanto, es una especie muy común y bien distribuida por todo el territorio, sólo falta en las tierras más altas y frías, por encima de los 1.000-1.100 m de altitud. Las poblaciones con más probabilidad de ser autóctonas prosperan en zonas rocosas, poco aptas para la agricultura. Producen racimos con muchas flores y dan lugar a ramas repletas de frutos muy pequeños llamados acebuchinas, con muy poca carne y hueso estriado que ocupa la mayor parte del fruto; aunque realmente en la actualidad muchos aparentes acebuches son olivos asilvestrados procedentes de antiguos cultivos o semillas que han sido dispersadas por las aves.  Siendo muy resistente a la sequía, puede crecer a partir del ombrotipo semiárido, mostrándose también indiferente a la naturaleza del sustrato.


Foto 3. Olivera. Porte.
Pequeño árbol perennifolio, hermafrodita, que puede alcanzar los 12 m de altura, aunque en montañas abruptas y zonas muy secas es habitual que presente un porte arbustivo, sobre todo si existe mucha presión ganadera en la zona. El porte del árbol adulto es muy regular, con copa oval o redondeada. Tronco un poco tortuoso, grueso, corto, pues se ramifica muy pronto. Corteza muy agrietada, especialmente en la base del tronco, pardo-grisácea.

Foto 4. Tronco con numerosos rebrotes.

Ramas erectas, largas y flexibles si crecen tranquilamente en buenas condiciones de clima y suelo, cortas, semirrígidas y con espinas cuando están muy ramoneadas por el ganado o crecen en roquedos u otros hábitats poco benignos, con corteza lisa de color gris claro. Las ramillas más jóvenes son verdoso-cenicientas.


Foto 5. Ramas y hojas de olivo.

Las hojas pecioladas, crecen opuestas, más o menos lanceoladas -en malas condiciones de crecimiento pueden ser muy pequeñas, elípticas u obovales-, con el margen entero, estrechadas en cuña hacia la base, agudas, a veces rematadas en una punta aguda, coriáceas,  con el margen vuelto hacia el envés, de color verde mate-grisáceo por el haz y ceniciento-plateadas por el envés, que está recubierto de pelos escamosos.

Florece de abril a junio, cuyas inflorescencias en racimos de cimas axilares, tienen flores blancas, pequeñas, casi sin pedúnculo, con cáliz en forma de cúpula verdosa y corola de una sola pieza, con tubo corto y 4 lóbulos blancos a modo de pétalos abiertos en estrella. Tienen sólo 2 estambres que nacen soldados al tubo de la corola, cuyas anteras amarillas son  muy vistosas.


Foto 6. Flores con sus vistosos estambres.
Fuente: www.photomazza.com

Fructifica de octubre a diciembre, y el fruto es una drupa, que es el nombre latino de la oliva y se ha tomado prestado en botánica para definir cualquier fruto carnoso e indehiscente, con capa más interna endurecida, de consistencia pétrea que alberga en su interior una semilla, que en este caso es de forma elipsoidea y color verde en las primeras etapas pasando a negro cuando madura, con hueso muy duro y una sola semilla en su interior. En la variedad silvestre este fruto tiene un tamaño de 0,5 a 1 cm., siendo mayor en las cultivadas, lo cual constituye la diferencia sustancial entre el acebuche y las variedades de olivo manejadas, como hemos indicado anteriormente.



Foto 7. Fruto. Olea europaea var. sylvestris.






Foto 8. Fruto.
Olea europaea var. europaea.


Y es que la domesticación de los árboles frutales es generalmente considerada como mucho más tardía que la domesticación de herbáceas (cereales y legumbres), aunque los ejemplos de frutales utilizados por el ser humano de modo primigenio incluyen el olivo, la palmera datilera y la higuera, que eran importantes recursos en el Mediterráneo oriental en torno al 6000 AP. También se sabe que se recolectaron aceitunas ya directamente del medio natural sobre el 19000 AP en Palestina, junto con almendra, pistacho y uva, por tanto, transcurrió un tiempo desde que comenzaron a ser utilizadas las especies citadas hasta que fueron domesticadas y puestas en cultivo. Todo lo anterior indica que la recolección de frutos del árbol no era una actividad humana exclusiva del Holoceno.

Desde tiempos inmemoriales se ha utilizado el acebuche como portainjerto para el olivo. El olivo cultivado (O. europaea var. europaea) comprende una serie de cultivariedades procedentes del acebuche autóctono mediterráneo, y aunque algunos autores han visto su origen en otras especies o subespecies africanas no típicamente mediterráneas de acebuches se ha demostrado, por afinidades genéticas, que procede de los mediterráneos, siendo, por otra parte, lógico, ya que existen evidencias arqueológicas de aceituna de mesa y aceite de oliva en el Mediterráneo desde hace al menos 4.000 años.

Foto 9. Viejo olivo en Cañada de la Olivera.

Este árbol, por tanto, ha sido una de las principales fuentes de salud y riqueza en los países mediterráneos, constituyendo hoy la cultura del olivo uno de nuestros más valiosos patrimonios. Sin embargo, últimamente los ejemplares más viejos son objeto de una fuerte demanda de jardinería, por lo que son arrancados del lugar donde han vivido, acaso por siglos, para ser plantados en rotondas y jardines en los que, en muchos casos, acaban su vida antes de lo que deberían. Consideramos desde aquí que sería bueno que se regulara su trasplante al igual que, por ejemplo, se realiza con la palmera datilera en numerosos lugares del sudeste ibérico.

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