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domingo, 21 de junio de 2015

Olmo "Ulmus minor Mill."

La primera referencia científica que encontramos sobre el olmo es del griego Teofrasto (371-287 a. C.), discípulo de Aristóteles, que ya distingue entre dos especies de olmo, a todas luces serían olmo común (Ulmus minor Miller) y olmo de montaña (Ulmus glabra Hudson). 


Foto 1. Copas de los Olmos (Ulmus minor) del Maripinar (Cieza) en otoño.
Éstas son las dos especies autóctonas que viven en la península ibérica y ambas están representadas en el sudeste, si bien la segunda es mucho más escasa, apareciendo sólo en zonas montuosas con bastante humedad como las sierras del Segura, Sierra Nevada, Noroeste de Murcia y Sierra Espuña (donde se cree es introducida por el hombre). Para el resto de la cuenca del Segura solamente aparece de modo natural el olmo común. Dicha especie es frecuente en el entorno Mediterráneo y no aparece o lo hace con rareza en los países del norte de Europa.


Figura 1. Área de distribución de olmo común en Iberia.


Nos vamos a centrar hoy en el Ulmus minor Mill, cuyo nombre científico proveniente del latin ulmus, nombre dado a los olmos por los latinos, y el epíteto especifico se refiere a que suele ser más pequeño que el olmo de montaña.

Es el olmo, también llamado olma cuando se trata de un ejemplar muy grande, un árbol caducifolio, con flores hermafroditas y unisexuales, que alcanza los 30 metros e incluso más de altura. En el SE ibérico hay registros de maderas y/o polen fósiles o subfósiles del Pleistoceno y el Holoceno, por lo que definitivamente se consolida la teoría del carácter autóctono de esta especie.

El tronco de estos árboles puede llegar a casi dos metros de diámetro en condiciones óptimas, y tienen la corteza pardo-grisácea o negruzca, gruesa y agrietada longitudinalmente.

Foto 2. Detalle de tronco.

Las ramillas jóvenes son verdosas, pubescentes. Las hojas alternas, ovales u oval-lanceoladas, asimétricas en la base con el margen aserrado.

Foto 3. Ramillas y hojas de olmo, obsérvese la asimetría en la base de éstas.

La inflorescencias aparecen antes que las hojas, el ya mencionado Teofrasto comenta que es una de las primeras especies en brotar para la primavera, de febrero a abril, y lo hace en cimas densas, cuyas flores son muy pequeñas, con forma de cáliz cupular, con una sola envoltura verdosa, que dan lugar a finales de marzo-abril al fruto, una sámara casi redondeada con una característica escotadura en la parte terminal y que contiene generalmente una semilla redondeado-aplanada.

Foto 4. Sámaras de olmo.

Su hábitat son riberas de ríos y arroyos de aguas permanentes, ya que precisa de una alta humedad edáfica, pero también zonas sin cursos de agua próximos, siempre que éstas tengan suelos profundos o capas freáticas para las raíces.

No tolera bien el frío, y aunque puede vivir en las mesetas interiores, no sube mucho en altitud, llegando hasta 1.500-1.600 m. Se distribuye por casi toda Europa (hasta Siberia), Asia Occidental (hasta el Turquestán) y norte de África. En nuestra zona aparece cultivado, asilvestrado o silvestre en casi todo el territorio.


Figura 2. Área de distribución general del olmo común.

Como ya hemos dicho, las referencias científicas al olmo aparecen en el siglo IV a. C.; antes aún Homero (siglo VIII a. C.) cita cómo el héroe griego Eeton muere bajo las murallas de Troya, y en su tumba se plantan olmos. El mismo autor describe, también en la Iliada, que Aquiles en su enfrentamiento con el río Escamandro se agarra a un gran olmo, resultando que al caer el árbol derribado detiene la corriente del río, en lo que serían las primeras menciones escritas que se tienen sobre la especie.

Ya en época romana, el bético Columela, nacido a principios de la era cristiana en Cádiz, escribe el que está considerado mejor tratado de agricultura latino (Holgado, 1988). En dicha obra, cita dos tipos distintos de olmo: uno procedente de Aitinia (urbe en la cuenca del río Po) y otro al que denomina vernáculo o del país, que proporciona un ramón (alimento) menos apetecible para el ganado. Respecto al maridaje del olmo con la vid, en la cual el primero es utilizado como soporte de la viña, indica el autor que si bien cumple bien esta función es más adecuado el álamo para dicho menester.
Por otro lado, Plinio el Viejo (23-79 d. C.), coetáneo de Columela, menciona cuatro tipos distintos de olmo: olmo de Aitinia, olmo galo, olmo de Italia y olmo silvestre.
Como último autor destacado del período grecoromano que menciona a los olmos estaría el griego Dioscórides (c. 40- c. 90 d. C.), médico en las legiones del emperador Nerón y autor de la obra Materia Medica, el trabajo de mayor difusión sobre cuestiones médicas, desde dicha época hasta el Renacimiento. El Segoviano Andrés Laguna (1499-1559), medico de Carlos I y Felipe II, tradujo al castellano el Materia Medica de Dioscórides en 1555, pero el autor comprobó personalmente los contenidos de dicha obra y añadió a la traducción otros de su cosecha, como el siguiente párrafo: 
"Ninguno hay que no conozca bien el olmo. El licor que se halla dentro de sus vejigas es valeroso remedio contra las quemaduras de los niños pequeños aplicadas debajo del braguerito en un poco de lienzo."
En cuanto a los usos del olmo, uno de los más extendidos ha sido el de la fabricación de barcos.

Figura 3. Combate del navío español Catalán con el británico Mary.
Pintura de Rafael Monleón del Museo Naval de Madrid. Fuente: www.todoababor.es

En 1751 el marino Juan Francisco de la Torre realiza un inventario de los árboles disponibles para el Reino de Murcia, dada la necesidad de madera para fabricar navíos, mediante el cual se puede saber que había en Murcia un total de 37.645 olmos, de los cuales 6.015 son considerados con el suficiente tamaño para poder ser utilizados por la Armada, y es que  el leño de olmo resiste muy bien sumergido en el agua, por lo que, además de en la fabricación de barcos ha sido empleado en la Cuenca del Segura para tapones y tablachos de las antiguas infraestructuras de regadío o para fabricar estacas de contención de la erosión del río, uso éste muy notable en algunas localidades, como Cieza y que fue abandonado tras el encauzamiento del Segura en el último cuarto del siglo XX. Además, la madera del olmo cuando está empapada es ligeramente más pesada que el agua marina por lo que ha sido utilizada como lastre para colocar redes. 

También hay que tener en cuenta la siempre creciente utilidad del recurso árbol para las necesidades básicas de las personas, sobre todo como leña o carbón, aunque la madera del olmo ha sido utilizada desigualmente, según las diferentes especies del género, ya que éstas tienen propiedades distintas, pero en general, es dura y resistente a la rotura, astillado y desgaste, por lo que se ha empleado en carretería (ejes, ruedas), maquinaria de molinos hidráulicos y eólicos e incluso en la carrocería de los primeros coches. Se ha utilizado asimismo para fabricar muebles (sillas, taburetes, armarios, tablas para partir, etc.).


Foto 5. Olmo del Lavador. Librilla

Por otra parte, el olmo ha sido desde la antigüedad, y hasta bien entrado el siglo XX, el árbol por excelencia de las plazas de muchos pueblos del interior, como vemos en la foto 5. Bajo su sombra se reunían los vecinos, los adultos para conversar, los niños para jugar. Prácticamente, todas las plazas han tenido grandes olmos hasta que la grafiosis y la moda de plantar árboles exóticos, fueron acabando con esta antigua tradición de gran arraigo popular.

Terminamos ya comentando que los olmos del sudeste ibérico, del mismo modo que el resto de sus congéneres de amplias zonas de Europa, se encuentran en un estado lamentable como consecuencia de los efectos de la enfermedad provocada por el hongo de la grafiosis del olmo (Ophiostoma novo-ulmique en muchos casos no permite que estos árboles alcancen una edad adulta, y que es propagado por coleópteros del género Scolytus (barrenillos). Este hongo ha provocado la muerte de la práctica totalidad de las olmedas en la penísula ibérica, si bien éste fue uno de los últimos territorios europeos en ser alcanzado por la pandemia, que aparece en Europa durante la primera década del siglo XX.


Foto 6. Olmo muerto por grafiosis, carretera Yecla-Almansa.

Afectado por esta enfermedad, el olmo es capaz de rebrotar de las raíces una y otra vez hasta que o bien se recupera o se seca, debido a la gravedad de las lesiones vasculares. De acuerdo con los testimonios históricos, las olmedas estaban muy extendidas en el sudeste ibérico en sotos, márgenes de grandes acequias y fuentes, constituyendo grandes alineaciones en diversos puntos. Sin embargo, la transformación y deterioro de su hábitat natural y agrario, así como el avance la grafiosis han provocado la práctica desaparición de las poblaciones primigenias. 

En Murcia tenemos la suerte de contar con la Olmeda del Maripinar, en Cieza, que disfruta de bastante buena salud, siendo el mayor grupo de olmos centenarios de España y Europa sin merma por grafiosis agresiva.

Foto 7. Olmeda del Maripinar, Cieza

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