En estos días de fuerte viento por toda Iberia, en primer lugar, recomendaros que no os situéis debajo de ningún árbol, palmera o, en general, elemento vertical que pueda romperse por el efecto del viento. Pues es sabido que pueden desprenderse grandes ramas e incluso caer un árbol al completo.
Sobre esta última cuestión queríamos debatir un poco en el presente post.
En primer lugar, para aguantar bien los embates del viento hay que decir que las podas inadecuadas, sobre todo, los fuertes desmoches de las ramas principales suelen acarrear a la larga mayores problemas que los que se quieran solucionar (Foto 1), por eso si tenemos un árbol cuyo uso principal es ornamental y creemos que precisa una poda por alguna razón, incluyendo el presumible riesgo de rotura de alguna rama y que caiga sobre nosotros o nuestros bienes, lo mejor es contactar con un profesional que nos pueda asesorar, por ejemplo un podador o arborista certificado por la Asociación Española de Arboricultura (para una primera impresión podéis consultarnos sin ningún problema), hay que tener en cuenta que hay mucho intrusismo y que un árbol de uso ornamental no es un árbol destinado a la producción agrícola o forestal.
Foto 1. Plátano (Platanus orientalis) con rama surgida tras el desmoche
colgando por arranque del viento, otras cayeron directamente
En segundo lugar, la mayor parte de los árboles que caen al suelo por completo han sido primero afectados en su sistema radicular, por ejemplo, por obras que han roto parte de sus raíces de anclaje, en fotos 2 y 3, observamos como en al año 2003 el monumental Pino Doncel (Pinus pinea) de la Casa del Pino, con sus 4,75 metros de perímetro de tronco y 20,2 metros de altura y algo más de 100 años de vida cayó al suelo tras unos fuertes aires, después de que se realizaran obras de hormigonado de la acequia de Rotas en Calasparra, circunstancia que provocó la rotura de sus raíces.
Foto 2. Pino monumental de la Hondonera, Calasparra, 2003.
Foto 3. Pino monumental de la Hondonera, Calasparra, 2003.
Por tanto, si bien es cierto que los árboles caen muchas veces por el efecto directo del viento fuerte que los empuja, no es menos cierto que en la mayor parte de los casos, previamente, el árbol ha sufrido perturbaciones graves que le han provocado deficiencias en su estructura, las cuales terminan provocando su caída cuando el viento empuja su copa. Como ejemplo de ello, podemos ver en la Foto 4, un Ficus microcarpa caído en Cartagena sobre un coche un día de viento, pero si nos fijamos bien los ficus del paseo han sido podados realzándolos (suprimiendo ramas bajas sobre el tronco), por lo que la copa se forma mucho más arriba de lo que debería, elevando el centro de gravedad del árbol hasta una altura en la que además es mayor el efecto vela del viento cuando empuja, por tanto, más fácil es su caída. Por último, el ficus, al estar todo el suelo urbanizado (asfaltado o cementado), tampoco puede desarrollar bien su sistema radicular, por tanto sus raíces están mermadas y no pueden soportar bien la copa, pues no están bien ancladas. En definitiva, la poda + el cementado del suelo provocan la existencia de un árbol que no se ha desarrollado adecuadamente y acaba cayendo sobre un coche con el consiguiente riesgo para la seguridad de las personas. Por tanto, creemos que lo adecuado habría sido plantar otras especies arbóreas en el lugar, con un crecimiento más acorde a las circunstancias del entorno.
Foto 4. Ficus microcarpa tumbado por viento, Cartagena, 2010.
Fuente: Página web Ayuntamiento de Cartagena
Por lo demás, el viento en entornos forestales con el tiempo genera estructuras naturales adaptadas a él, como los impresionantes pinos blancos (Pinus nigra) de nuestras queridas sierras béticas, donde los potentes vientos de poniente, junto con la nieve, llegan a moldear literalmente la copa de algunos pinos de la zona que se sabe cuentan con más de mil años de edad (Creus, 1998), entre éstos estaría el de la imagen (Foto 5) que ha crecido esculpido por Céfiro (Figura 1) y, además, sobre la propia roca en un cortado de la sierra de Villafuerte, Moratalla. Vemos, por tanto, que el viento no es siempre un elemento negativo.
Foto 5. Pino blanco milenario, sierra de Villafuerte, Moratalla.
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